Mary y Jason eran dos mellizos que vivían en un pueblo al norte de Noruega. Vivían con su madre llamada Kate en una casa pequeña. Su padre, Edward, murió meses atrás por un terrible cáncer. Kate, Mary y Jason se mudaron y dejaron su antigua casa de Canadá, eligiendo como nuevo destino Noruega. Creían que al cambiar de hogar, los tristes recuerdos se irían, pero como he dicho, solo creían.
Pasaron tres meses desde su mudanza y los adolescentes ya estaban acostumbrados a la nueva vida. 2º de ESO no era un gran reto para ellos, ya que eran muy aplicados en los estudios. Un frío día de invierno, Mary y Jason estaban cada uno en sus respectivos cuartos. Su madre les llamó para merendar. Un olor a chocolate caliente llegó hasta Jason y sin pensarlo bajó a toda velocidad. Su hermana estaba terminando sus deberes de Geografía, pero ya que era la hora de merendar, decidió tomarse un descanso. Kate y sus hijos estaban reunidos en el salón, al calor del fuego de la estufa. Mary observó que su madre tenía entre sus manos una caja de madera con una placa en la que se podía leer: “EDWARD”.
Sin pensarlo más, su madre empezó a hablar. Les dijo que ya eran adolescentes y que aquello que la caja escondía eran cosas de su padre. Deberían repartirlas entre los dos y cuidar todo bien. Abrió la caja y se la entregó a sus hijos. Mary se quedó con una vieja cámara de fotos y Jason con una pelota de fútbol que pertenecía a su padre. Sin embargo, en el fondo de la caja había algo que ninguno de los dos cogió. Una muñeca cosida por bastantes partes del cuerpo y vieja. Tenía un aspecto horrible y fantasmal. Le faltaba un ojo y tenía los brazos muy largos pero sin manos. Su madre les dijo que debían cogerla así que Mary se la quedó. La subió a su cuarto y la dejó en un rincón. Pasaron los días y Mary se sentía muy incómoda con la presencia en su cuarto así que decidió dejarla en el cuarto de Jason cuando él no estaba. Al llegar Jason notó algo muy raro y perturbador en la muñeca. Parecía que le estaba mirando. No aguantó más y tiró la muñeca a la papelera. Se fueron a dormir y por la noche Jason y Mary vieron una extraña sombra que los miraba. Mary intentó chillar pero de pronto, la sombra se tiró a por ella y lo último que vio fue el rostro de la muñeca. Lo mismo pasó con Jason.
Al día siguiente, los restos de los niños fueron encontrados en el vertedero de la ciudad y junto a ellos una muñeca y una nota que decía: “No querían jugar conmigo, así que yo jugué con ellos”.
Los policías examinaron los cuerpos de los mellizos y notaron algo peculiar, a los dos cadáveres les faltaba un ojo…
Carla Pablo Méndez-Cabeza 2ºESO B